Iba a ser mi primera moto “gorda”. Si, era consciente que no era ninguna de aquellas “supermotos” que admiraba todas las semanas en la revistas, pero aquellos 175 cc me parecían muchos comparados con los 49 a los que estaba acostumbrado. Y lo mejor de todo era que aquella moto estaba esperándome debajo de casa y no me iba a costar un solo duro. Solo tenía que esperar a cumplir los 18 y sacarme el carnet de moto “gorda”, el A2.
Y así lo hice. La verdad es que no recuerdo ese momento maravilloso de subirte por primera vez a la moto e irte a dar tu primer paseo. Debería recordarlo porque seguro que fue importante para mí, pero ese momento ya se ha borrado de mi mente. Imagino, que al igual que en nuestros ordenadores, nuestro cerebro dispone de algún software de limpieza de “momentos” antiguos para liberar espacio y poder ir almacenando otros nuevos. Me gusta imaginar a mi padre de pie a mi lado indicándome las maniobras a realizar para poder arrancar la moto con éxito. Abre el grifo de la gasolina, cierra el aire y dale al cebador un par de veces. Ahora ya puedes darle una patada abriendo un poco el gas. Si…creo que fue así…y si no lo fue me gusta recordar que fue así. Incluido ese “ves con cuidado” que oyes cuando te alejas estirando primera.
Lo que sí recuerdo es que, como se dice ahora, la moto estaba en “estado original”. Es decir, solo se había cambiado aquello que había reventado. Normalmente ese solía ser el mantenimiento básico de las motos en una época en que la falta de recursos económicos era la tónica general. Aparte, la mayoría de usuarios de moto lo eran por obligación al no poder acceder a un cuatro latas. O sea, que muchas ganas de poner la moto a punto, como que no había.
Moto clásica, accesorio original, restauración. Yo desconocía esos términos. Solo conocía el de: moto vieja, pieza hecha polvo, sustitución, etc. Así que comencé a sustituir aquello que me podía permitir; puños, manetas, amortiguadores… Puff! Amortiguadores, eso ya eran palabras mayores. Eso si lo recuerdo bien. Yo intentando convencer a mi madre para que me diera dinero para comprarlos. Mama, es que están reventados. Solo actúa el muelle y voy dando botes por la carretera, boing, boing. ¿Y eso cuánto vale? Pues no se…unas diez mil pesetas. Ya sé que es mucho dinero pero es una inversión en seguridad. Con amortiguadores nuevos la moto es mucho más segura. Ese es el mejor argumento para que una madre suelte la mosca, ja, ja.
Continuara…