ESTOY MUY TRISTE...
Publicado: 20 Feb 2013, 03:26
Salud para todos:
encantado de estar por aquí de nuevo con vosotros, cosa que me gustaría hacer con más asiduidad. En fin, os voy a contar un caso que me ha ocurrido y que me ha dado mucha rabia:
Resulta ser que mi padre tuvo una moto allá por los 60. Se trataba de una LUBE REM y despues de un buen uso cotidiano durante sus tiempos de mocedad, quedó depositada en un rincón de una cuadra durante muuuuchos años.
En el año 1991, un amigo de mi progenitor llegó a casa y conversando salió en la charla la moto y su paradero. Total, que mi amigo insistió en que se la regalara, cosa que el viejo hizo de buena gana sabiendo de sus buenas manos en esto de restaurar hierros, a pesar de advertirle pensando, como así era, que el estado debía de ser lamentable. Y así fue: no era lamentable, eran practicamente unos restos entre el óxido y la podredumbre lo que encontramos en aquel rincón perdido del establo, y muy pocos dirían que "aquello" se trataba de una "amoto". Pero alejado de cesar en su intento, el amigo vio en aquella basura un pequeño tesoro y decidió llevársela como regalo de mi padre, acompañada de la documentación completa, que ésta si que se conservaba en perfecto estado.
Total que al cabo de unos meses, aparece de nuevo en casa el citado amigo con un remolque enganchado en el coche y encima un bulto tapado con una lona. Al retirarla, no podiamos dar crédito a lo que veíamos. La moto parecía haber salido hace unos minutos del concesionario. Estaba preciosa y la verdad, estabamos todos muy emocinados por ver algo de nuestro pasado resucitado milagrosamente, que, aunque no nos perteneciera legitimamente ya en ese momento, nadie nos quitaba de la mente que pertenecía a nuestras vidas, como puede pertenecer un pariente que marchó al extranjero hacía muchos años y que de repente vuelve a la casa familiar muchos años despues.
Pero la historia sigue, y perdón por el ladrillo. No habían pasado muchos meses cuando este amigo restaurador moría penosamente por una enfermedad cruel y rápida. Hablamos del año 1992 aproximadamente. Lo cierto es que la moto cayó en el olvido por parte de todos.
Hace unos días, comentando con mi padre por casualidad el posible paradero de aquel vehículo, nos calentamos y decidimos localizar a la viuda. Asunto dificil, ya que la señora se había ido a vivir a casa de su hija fuera de Cantabria, y razonando un poco todo, seguramente que la moto habría sido vendida, pensabamos nosotros. Mi padre recordaba la matrícula, una Santander treintaytantosmil. Con ayuda de un amigo policia, conseguimos la ficha y... ¡la moto todavía seguía de alta y en nuestra región!
Tras mil y una pesquisas, logramos hablar con la viuda para intentar comprar el cacharruco. Pero cual fue nuestra sorpresa, cuando nos comunica que se la había dado a un sobrino de Bilbao, el cual había praparado un rincón en su salón del chalet, a modo de vitrina, para colocar alli la LUBE, como curioso adorno...
Y de ahí viene mi tristeza. Un moto preciosa, bien restaurada, a conciencia y con cariño, en perfecto orden de circulación y con sus papeles... como florero en una sala.
Y que conste que cada cual, en este caso el dueño legitimo, puede hacer con su propiedad lo que quiera, como si le da por pegarle fuego a la moto... pero a mi me duele y más si cabe con los lazos que mantuvo ese cacharrin con mi familia...
Lo más curioso es que la moto aún continua de alta, a nombre del difunto. Como dicen los franceses: c´est la vie...
Un abrazo a todos
encantado de estar por aquí de nuevo con vosotros, cosa que me gustaría hacer con más asiduidad. En fin, os voy a contar un caso que me ha ocurrido y que me ha dado mucha rabia:
Resulta ser que mi padre tuvo una moto allá por los 60. Se trataba de una LUBE REM y despues de un buen uso cotidiano durante sus tiempos de mocedad, quedó depositada en un rincón de una cuadra durante muuuuchos años.
En el año 1991, un amigo de mi progenitor llegó a casa y conversando salió en la charla la moto y su paradero. Total, que mi amigo insistió en que se la regalara, cosa que el viejo hizo de buena gana sabiendo de sus buenas manos en esto de restaurar hierros, a pesar de advertirle pensando, como así era, que el estado debía de ser lamentable. Y así fue: no era lamentable, eran practicamente unos restos entre el óxido y la podredumbre lo que encontramos en aquel rincón perdido del establo, y muy pocos dirían que "aquello" se trataba de una "amoto". Pero alejado de cesar en su intento, el amigo vio en aquella basura un pequeño tesoro y decidió llevársela como regalo de mi padre, acompañada de la documentación completa, que ésta si que se conservaba en perfecto estado.
Total que al cabo de unos meses, aparece de nuevo en casa el citado amigo con un remolque enganchado en el coche y encima un bulto tapado con una lona. Al retirarla, no podiamos dar crédito a lo que veíamos. La moto parecía haber salido hace unos minutos del concesionario. Estaba preciosa y la verdad, estabamos todos muy emocinados por ver algo de nuestro pasado resucitado milagrosamente, que, aunque no nos perteneciera legitimamente ya en ese momento, nadie nos quitaba de la mente que pertenecía a nuestras vidas, como puede pertenecer un pariente que marchó al extranjero hacía muchos años y que de repente vuelve a la casa familiar muchos años despues.
Pero la historia sigue, y perdón por el ladrillo. No habían pasado muchos meses cuando este amigo restaurador moría penosamente por una enfermedad cruel y rápida. Hablamos del año 1992 aproximadamente. Lo cierto es que la moto cayó en el olvido por parte de todos.
Hace unos días, comentando con mi padre por casualidad el posible paradero de aquel vehículo, nos calentamos y decidimos localizar a la viuda. Asunto dificil, ya que la señora se había ido a vivir a casa de su hija fuera de Cantabria, y razonando un poco todo, seguramente que la moto habría sido vendida, pensabamos nosotros. Mi padre recordaba la matrícula, una Santander treintaytantosmil. Con ayuda de un amigo policia, conseguimos la ficha y... ¡la moto todavía seguía de alta y en nuestra región!
Tras mil y una pesquisas, logramos hablar con la viuda para intentar comprar el cacharruco. Pero cual fue nuestra sorpresa, cuando nos comunica que se la había dado a un sobrino de Bilbao, el cual había praparado un rincón en su salón del chalet, a modo de vitrina, para colocar alli la LUBE, como curioso adorno...
Y de ahí viene mi tristeza. Un moto preciosa, bien restaurada, a conciencia y con cariño, en perfecto orden de circulación y con sus papeles... como florero en una sala.


Lo más curioso es que la moto aún continua de alta, a nombre del difunto. Como dicen los franceses: c´est la vie...
Un abrazo a todos